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«Muerta en vida»

¿Qué pasa cuando despiertas cada día en piloto automático?

Misma rutina, me despierto, veo mi celular y me pierdo en él unos minutos antes de salir de la cama, tomo un baño para prepararme para trabajar, cumplo una rutina laboral de 9 horas, en teoría me doy un tiempo para comer, espero a que llegué mi hora de salida para por la noche regresar a casa y «estar» un tiempo en familia y vuelvo a dormir para al día siguiente continuar con mi rutina (¡ah! por cierto, hago todo esto de manera automática, ya ni siquiera me esfuerzo por pensar en como hacerlo.

¿Te ha pasado lo que te he contado acá a arriba?

Estamos tan acostumbrados a SOBREVIVIR de manera automática en esta vida, ni siquiera te preocupas por como lo harás hoy por que ya te sabes de memoria el guion; pero eso sí, te la pasas quejándote y lamentándote porque tu vida no cambia, porque aborreces ese trabajo, porque tu pareja y tú ya no tienen buena comunicación, porque tu vida es un desorden, y solo tienes 2 días para descansar, «descansar».

Toda esta rutina endemoniada tarde que temprano, te llevará a sentir un vacío enorme, como si te hubieran arrebatado la vida.

Por un par de años, me sentí como dicen por ahí «muerta en vida», despertaba, respiraba, caminaba, trabajaba, iba al gym, salía con mi novio, comía, etc…

Pero no sentía la vida misma, no sentía la felicidad, la paz o la plenitud de la que hoy gozo. Mi vida era en blanco y negro y yo no entendía el por qué, si se suponía que tenía lo que la sociedad dice que necesitas para desarrollarte en la vida: vida, salud, un trabajo estable, una pareja, ¿qué más me faltaba?, o quizás, ¿qué me sobraba?

Una vez escuché una definición de depresión que me hizo «click» y me ayudó a cuestionarme TODA MI VIDA, y aquí te va:

«Depresión es dejar de vivir tu vida, para vivir la vida que otros quieren que vivas»

Vivimos una vida de expectativas, «que si mis padres esperan que sea un abogado exitoso o un ingeniero reconocido», «que si la sociedad espera que me case con un buen hombre, trabajador que me de todo», «que debo tener hijos para que mi vida este realizada».

Desde que nacemos tenemos que seguir un camino perfectamente lineal para que la vida funcione, nos dicen que debemos de pensar, que tenemos que sentir o que no debemos sentir, como tenemos que actuar, como debemos vestir, en qué tenemos que creer, y me puedo llevar una larga lista.

En pocas palabras, nos van privando de nuestra esencia y de quién realmente somos, perdemos la oportunidad de vivir la vida de nuestros sueños por cumplir el sueño de otros. Y en mi caso, eso pasó.

Perdí mi vida tratando de agradar todo el tiempo a mis padres para que estuvieran orgullosos de mi, para que me reconocieran y me demostraran su amor. Cosa que no paso, por que en su mente, estaba cumpliendo con mi «deber en la sociedad».

Cuando me di cuenta que toda mi vida había estado girando en torno a mis padres (Su divorcio y mi sentimiento de culpa, abandono y rechazo, la ausencia de afecto por su parte y mi intensa búsqueda por obtener su reconocimiento y aceptación) le di sentido a mi depresión.

Había dejado mi vida por completo en sus manos, olvidándome de mí, sufriendo constantemente por que ellos no eran los padres que yo había idealizando en mi mente. Me di cuenta que ellos no cambiarían, o quizás sí pero no sabía cuando.

Así que decidí hacer un cambio a mi vida y elegí cambiar YO. «Destruir» toda la vida que había creado, desprenderme de las creencias que me limitaban, de lo que creía correcto o incorrecto, del deber ser. Trabaje MUCHO en sanar mis heridas del pasado, soltar todos esos pensamientos y emociones que me estorbaban para poder ver una realidad diferente que me ayudara a tener una vida diferente.

Renuncié al trabajo que creía era el de mis sueños, me puse en primer lugar sin saber lo que sucedería mas delante. En ese momento no sabía quién era, no sabía lo que realmente quería y menos sabía a donde iba, lo único que sabía era que no quería regresar al mismo lugar.

No fue sencillo, pero conforme paso el tiempo y sanaba mi interior, todo se fue acomodando.

Hoy sé quién soy, sé de dónde vengo, sé lo que valgo y lo que quiero, y por supuesto, sé a donde quiero llegar.

Hoy, me siento más viva que nunca.

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